El Papa afirma que el enemigo está dentro de la Iglesia
Dura condena de Benedicto XVI a la actitud de la curia ante los abusos
FRANCESC RELEA – Lisboa – 12/05/2010 Información de El Pais El papa Benedicto XVI condenó sin paliativos los casos de pederastia en la Iglesia católica y la actitud de la curia. “No sólo de fuera vienen los ataques al Papa y a la Iglesia, sino que los sufrimientos de la Iglesia vienen justo del interior de la Iglesia, del pecado que existe en la Iglesia”, dijo Ratzinger en el avión que le llevaba a Lisboa. Unas palabras que marcan distancias con su antecesor, Juan Pablo II, y rompen con la política de opacidad del Vaticano ante los abusos sexuales perpetrados por religiosos. “Aceptemos la realidad aterradora: la persecución no viene de fuera” Benedicto XVI inició ayer una visita de cuatro días a Portugal en medio de una gran expectación, que él mismo amplificó con sus declaraciones. La sorpresa fue mayúscula entre los periodistas que le acompañaban en el avión de Roma a Lisboa. No es habitual escuchar de boca del Pontífice que la realidad es “aterradora” -“la mayor persecución a la Iglesia no viene de los enemigos de fuera, sino que nace del pecado de la Iglesia”- y que la Iglesia no sólo tiene que pedir perdón sino también ofrecer justicia -“el perdón no sustituye a la justicia”-. Pero más inesperado fue el reconocimiento de que la Iglesia no puede ocultar la suciedad bajo la alfombra. “Las cuestiones éticas y espirituales no son del dominio privado”, dijo el Papa, quien añadió que la Iglesia tiene una “profunda necesidad” de hacer “penitencia”, de “implorar perdón” y de aceptar la “purificación”. Al mediodía, las palabras de Benedicto XVI ya resonaban en la inmensa explanada de Terreiro do Paço, en la plaza de Comercio de Lisboa, donde los fieles más fervorosos tomaban sitio para la misa multitudinaria que se celebró por la tarde. “La pedofilia no existe sólo en la Iglesia, pero tenemos que avergonzarnos de algunos casos”, decía Antonio Coelho, de 33 años, bibliotecario de la Universidad de Beja, que se desplazó desde el sur de Portugal. “Alguien se aprovecha de todo esto para denigrar a la Iglesia”, apuntaba Francisco Guerreiro, de 78 años. “Este Papa no oculta nada, y no ha permitido que nadie se camufle”, añadió. El periodista estadounidense John L. Allen, autor de la primera biografía de Joseph Ratzinger en inglés, está en Lisboa y en una entrevista aludió a la situación de la Iglesia católica con estas palabras: “Benedicto XVI es un gran profesor, pero tiene la clase casi vacía porque la escuela está en llamas”. La plaza de Comercio, con el Tajo al fondo, estaba abarrotada de católicos que llegaron de diversos puntos del país para asistir a la misa oficiada por Benedicto XVI, en su primera visita a Portugal. Los organizadores esperaban reunir a 100.000 personas en el acto principal de la jornada. Antes de la misa, grupos de jóvenes hicieron campaña contra el sida mediante el reparto de preservativos. Vestidos con camisetas blancas y lazos rojos, un centenar de voluntarios de varias organizaciones no gubernamentales repartieron 18.000 condones y folletos sobre el sida en distintos puntos del centro de la ciudad, en las proximidades de la plaza de Comercio, dentro de la campaña bautizada Preservativos al Papa en Portugal. Benedicto XVI fue recibido en el aeropuerto lisboeta, donde a mediodía se habían cancelado casi 200 vuelos por la nube de ceniza, por el presidente de la República, Aníbal Cavaco Silva; el primer ministro, José Sócrates; y numerosas autoridades religiosas. Tras el discurso, en el que dijo que llegó a Portugal “como un peregrino de Fátima”, y subrayó la gran tradición católica y de evangelización de ese país, se trasladó en el papamóvil hasta el centro de Lisboa para comenzar su agenda oficial a las 12.45 hora local con una ceremonia de bienvenida en el Monasterio de los Jerónimos. El centro de Lisboa estuvo prácticamente paralizado, con los servicios reducidos a la mínima expresión y calles cortadas. Además de rezar, muchos lisboetas tuvieron que inventarse planes alternativos para entretener a sus hijos, porque a mediodía cerraron la mayoría de las escuelas. También los ambulatorios y centros oficiales como los juzgados. El transporte público funcionó a medio gas, dependiendo de los desplazamientos de Benedicto XVI. Hoy, el Papa se desplazará al santuario de Fátima, y el viernes irá a Oporto.
Gladiador solitario
MIGUEL MORA 12/05/2010 Desde el día de su elección, cuando fue bautizado por Il Manifesto como “el pastor alemán”, Joseph Ratzinger ha sido atacado, vilipendiado y criticado con saña. Quizá como ningún otro Papa en el pasado. En estos cinco años, los medios le han atribuido errores y torpezas. Confió al gran ocultador Darío Castrillón Hoyos la gestión del regreso a Roma de los cismáticos tradicionalistas lefebvrianos (uno de ellos, para colmo, negacionista recalcitrante). Se mostró arrogante con musulmanes y judíos (aunque luego le faltó sólo ponerse de rodillas para pedir perdón); actuó quizá con una pizca de provocadora frivolidad científica al condenar los preservativos en su primer viaje a África; ha sido en exceso celoso con las cuestiones del rito y se ha mostrado poco o nada aperturista al incorporar a la curia romana a rancios y notorios reaccionarios como el primado de España. Dicho esto, en los últimos meses, cuando el escándalo de la ocultación de la pederastia clerical ha generado la peor crisis de la Iglesia católica en décadas, Ratzinger ha dado lo mejor de sí mismo y ha liderado, con un coraje y una ferocidad de gladiador solitario, impropios en un hombre de 83 años al que muchos reprueban por ser demasiado intelectual, la denuncia de una jerarquía corrupta, inmoral y podrida, y la purificación de una Iglesia “pecadora”. Y lo ha hecho, como ayer en el vuelo a Lisboa, hablando claro, aparcando la clásica ambigüedad del lenguaje vaticanés, y utilizando conceptos y palabras cercanos a la gente normal: “aterrador”, “vergüenza”, “justicia”, “víctimas”, “fracaso”, “verdad”, “transparencia”, “dolor”, “delitos”. No se trata de una transformación repentina. Una cosa es que Ratzinger sea ideológicamente un conservador -o un ortodoxo, si se quiere- y otra muy distinta que sea un tipo deshonesto. Y esa es, precisamente, la lucha que lleva años fraguando en el círculo del poder vaticano: reaccionarios manifiestamente corruptos (moral y económicamente), asociados a grupos de enorme poder como los Legionarios, el Opus, Comunión y Liberación, la masonería (lo que en el Vaticano se llama la mermelada de los negocios romanos) contra los honestos, los cristianos de base lejanos de la curia que tratan de salvar la institución apelando a la espiritualidad, el trabajo y la honradez. Para entenderlo fácil: hay sólo dos equipos: en uno está Ratzinger con una docena escasa de cardenales y obispos y su desbordado jefe de prensa, Federico Lombardi. En el otro están Castrillón, otros prelados latinoamericanos y la curia wojtyliana que durante décadas protegió de forma sórdida a Marcial Maciel y otros pederastas (Sodano, Somalo, Dwizisz, Silvestrini…). Las declaraciones de ayer, improvisadas pero muy poco, dan un giro copernicano a esa larga guerra. Ratzinger parecía estar avisando a los creyentes a través de los periodistas: no creáis que The New York Times, EL PAÍS, Le Monde o Suddeutsche Zeitung son mis enemigos. Los peores enemigos están en casa, y fueron alentados por mi personalista antecesor, Juan Pablo II, tan inmodesto como para pensar que el secreto de Fátima se encarnaba en su atentado y no en la Iglesia universal. Ahora, lo único que le falta decir a Ratzinger para culminar su proceso de autopurificación es esto: “Pido perdón porque fui 25 años el jefe de la inquisición y no me dejaron limpiar la casa”. Conociendo cómo se las gasta el pastor alemán, no sería raro que lo diga cualquier día. La piedra de toque será la canonización de Wojtyla. Si la frena, significará que ha sobrevivido a los lobos. Y que la reforma benedictina puede finalmente empezar.
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